En la Ciudad de México, la Comisión de Búsqueda local tiene poco personal, material y múltiples omisiones


“Esto es piedra volcánica, aquí ni vas a poder cavar y no puede haber nadie enterrado”, le dice Carmen Volante, madre buscadora, a un integrante de la Comisión de Búsqueda de la Ciudad de México.

El trabajador se afana en quitar unas ramas grandes que hay sobre la piedra volcánica del suelo del Ajusco. Carmen le dice con tono fuerte que ahí no es posible que haya restos ni enterrar a nadie y le insinúa que mejor se ahorre los 40 minutos que va a gastar en quitar los restos de árbol. 

La madre deja claro con ese diálogo que sabe más de cómo buscar que los de la propia Comisión de Búsqueda de la Ciudad de México, que tiene entre sus funciones elaborar y ejecutar los programas de localización de personas desaparecidas en la capital. 

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