El escritor mexicano publica el libro de cuentos ‘Había un perro bajo la cama’.

"Los humanos son menos aptos para vivir que los perros”: Eduardo Cerdán

Por Héctor González

“Me encantan los perros”, dice sin vacilar Eduardo Cerdán (Xalapa, 1965) y para muestra él mismo, tiene una perra que lleva por nombre Kashtanka, en homenaje al cuento homónimo de Chéjov, obra que según el propio Cerdán es el “epítome de la literatura perruna” porque consigue mostrar emociones sin humanizar al animal.

No obstante, y pese a que en los relatos de su nuevo libro Había un perro bajo la cama(Nitro/Press), muestran distintos tipos de canes, lo cierto es que el volumen nació con la intención de saldar una vieja deuda. “Caí en cuenta de que no había conseguido crear personajes masculinos creíbles, por eso en esta ocasión me impuse el reto de trabajar en eso con el añadido de que serían individuos marginales, sin validación social”.

Conformado por diez cuentos, el libro muestra la relación entre humanos y perros, pero sin melodramas ni exageraciones. Eduardo Cerdán evita a toda costa tratar a los canes como individuos. “Desde hace tiempo me ha interesado el tema, incluso por el lado de la divulgación científica, me llama mucho la atención la domesticación, los perros son la especie que más se ha domesticado. Además, tienen gestos con dobles códigos, rasgo que podemos pensar que es más humano que animal. Sin embargo, para efectos de este libronunca pretendí humanizarlos, al contrario, creo que los humanos se animalizan”.

Convencido de que los humanos son menos aptos para vivir que los perros, a partir de situaciones cotidianas el escritor habla del descenso del individuo a su propia animalidad. “Antes me interesaba llevar a mis personajes a límites extremos, ahora en cambio quería situaciones más cotidianas. Es muy difícil conseguir personajes que tengan vida más allá de los cuentos y yo traté conseguirlo, al mismo tiempo me propuse profundizar en sensaciones como la vergüenza o el ridículo”.

A diferencia de sus libros de cuentos anteriores como Los niños volvieron de noche, Cerdán reconoce que ahora puso el acento en la parte estilística, “preferí alejarme de la primera persona y darle un aire de crónica a los relatos. Creo que estoy en el momento de explorar formas, por eso aquí prima la forma, pensaba en cómo contar las historias antes que la anécdota, en esta ocasión antes incluso que la anécdota o el final, tenía clara la sensación que quería generar en el lector”.

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